“Un sistema que está en constante movimiento renovando ideas para que pueda ser viable y sostenible”.
Carlos Vidal es un productor de la comunidad del Oro, en el municipio de San Juan del Sur, junto con su familia es propietario de la finca de 7 manzanas “El Taller”. Es miembro de la Cooperativa Leonardo Romero e inicio su proceso en la construcción de la agroecología a inicios de los 90, con el Programa De Campesino a Campesino.

Carlos y su familia; su esposa y sus tres hijos, están al cuidado de la finca, la que está distribuida de la siguiente manera: 3.5 mz para el huerto de hortalizas, 2.5 mz para la huerta de granos básicos, 0.5 mz de bosque y 0.5 mz como solar de su vivienda.
“Mi principal fuente de ingreso es la apicultura, le sigue el taller de tecnologías y los granos básicos, también son importantes la crianza de cerdos y gallinas. Cada una de estas actividades juega un papel muy importante en nuestra economía familiar y ellas forman el gran circulo de la sostenibilidad económica, nos ayuda a tener independencia externa”.
“Para hacer una finca agroecológica es tomar la decisión de cambiar, en lo personal y cambiar lo que por años nos han enseñado con la agricultura convencional. También es importante hacer prácticas agroecológicas, no importa cuál sea. Pero sobre todo es importante compartir y mantener la constancia y que esta finca se vuelva un verdadero ejemplo, una escuela”.
La propiedad de Carlos y su familia es una Finca Escuela Agroecológica (FIESAG). Las FIESAG son una propuesta de promoción, divulgación y formación en las comunidades, que se impulsan desde la Red de Promoción de la Agroecología GPAE. “Mi finca es considerada Finca Escuela Agroecológica porque está ligada al campo y a una serie de actividades que el productor y la productora hacen a diario y con muchos componentes que son una enseñanza de lo que es una Finca Escuela Agroecológica; tengo una bomba de ariete ecológica para riego, bomba manual de mecate y biodigestor, también la apicultura; para el uso de la miel, la que además juega un papel importante en la polinización”.

La finca además cuenta con obras de conservación de suelos y agua, en las parcelas se hace incorporación de rastrojos de las cosechas y la familia hace uso de aguas servidas para riego de los huertos; prácticas que además sirven como medidas que contribuyen a adaptarse al cambio climático, ya que las mismas hacen uso racional del agua, aportan humedad y nutrientes al suelo.
Uno de los logros más importantes de haber implementado la agroecología, “es la adaptación al cambio climático, todo el año hay una producción diversa; frutas, granos y animales. Tenemos alimentos los 365 días del año y lo importante es que siempre hay trabajo debido a que es un sistema que esta en constante movimiento renovando ideas para que pueda ser viable y sostenible”.
También se ha dado una multiplicación de las prácticas en la comunidad, “la que está aceptando y replicando estas tecnologías cómo la no quema de rastrojos que incorporan en las huertas, también se utilizan como un recurso para hacer aboneras y como cobertura muerta”.